sábado, 15 de septiembre de 2018

crisis del refornismo

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Jesús Castillo analiza la evolución y situación actual de las ideas reformistas, inmersas en la crisis del sistema capitalista que defienden. A la vez, analiza el arraigo que siguen teniendo y explica la importancia de participar en los espacios de lucha donde la socialdemocracia está presente.
Cuando en este artículo hablamos de ‘reformismo’ o ‘ideas reformistas’ nos referiremos a una estrategia social y política encaminada a realizar cambios graduales en el sistema socioeconómico en el que vivimos, el capitalismo, los cuales suelen venderse con el objetivo de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. En este artículo nos centramos en el análisis del reformismo socialdemócrata o social liberal.
El anticapitalismo de diferentes orientaciones (anarquista, socialista, etc.), es decir, la visión revolucionaria, aparece como una estrategia que va más allá del reformismo en pro de superar el capitalismo para construir una sociedad más justa con el ser humano y su entorno.
Este artículo analiza las relaciones dialécticas que se establecen entre las ideas reformistas, inmersas en una crisis creciente, aunque irregular, desde hace décadas, y la situación de crisis económica capitalista que estamos sufriendo.
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La crisis de las ideas reformistas

Como decimos, las ideas reformistas de progreso hace tiempo que están en crisis. De hecho, podemos decir que la crisis de las ideas reformistas en la izquierda viene desde los mismos inicios del s. XX cuando el ideario revolucionario de los grandes partidos socialdemócratas de la Segunda Internacional, como el alemán o el italiano, chocó frontalmente con la actuación reformista de sus direcciones. Unas direcciones pactistas que se alejaron del devenir revolucionario de gran parte de sus bases que acabaron creando los partidos comunistas que constituirían la Tercera Internacional. Estos grandes partidos socialdemócratas acabarían dejando totalmente atrás las ideas revolucionarias y abrazando el keynesianismo como forma ‘amable’ de gestión del capitalismo. A su vez, los partidos comunistas tradicionales fueron renunciando de facto a las ideas revolucionarias al defender como socialistas a los regímenes de capitalismo de estado, ejerciendo lo que podríamos denominar un ‘reformismo estalinista’ en defensa de la explotación de la clase trabajadora por parte del Estado y la burocracia del partido comunista de turno.
Desde su llegada al poder, el reformismo socialdemócrata se fue alternando en los gobiernos con el reformismo conservador, un relevo histórico sin fricciones sustanciales de las riendas del carruaje capitalista tirado por los y las trabajadoras y conducido por los grandes capitalistas hacia un inevitable precipicio. Ambos tipos de reformismo conducían y conducen a lo mismo, a la explotación de la mano de obra y el medioambiente, aunque según las riendas se utilizara más fuerte o más débilmente el látigo y se apretara más o menos la marcha.

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